Desde el preescolar me sentí objeto al tener todas las miradas de mis compañeros sobre mi, al tener que golpear a un niño porque intento retenerme en un salón usando la fuerza. Desde la primaria me he sentido agredida al tener que vivir un intento de homicidio, que quizás podría llamar feminicidio, cuando un compañero se me abalanzó, me tiro de mi banca e intento ahorcarme porque lo había desesperado, todo esto ocurriendo en el salón de clases frente a todos mis compañeros; también siendo menospreciada por mis maestras que me negaban reconocimientos académicos y se los daban a mis compañeros hombres porque “yo no podía acaparar todo”.
Desde la secundaria me sentí expuesta al ver como todas las fotos íntimas de mis compañera circular de celular en celular cuando sus novios las terminaban y decidían compartirlas, sentía temor de involucrarme sentimentalmente con alguien de mi escuela y me sucediera lo mismo, ya que el colegio nunca hizo nada por ellas aun teniendo el conocimiento de lo que sucedía; de igual manera me sentía expuesta a las burlas y críticas de mis “amigos” hombres que no se cansaban de hablar de mi físico o el de otras, insultando a mis compañeras por ser “demasiado zorras” y desvalorizandome por “parecer monja”.
Desde la preparatoria me sentí incapaz debido a los temores que venía acarreando de años atrás; era incapaz de hablar de cómo el profesor de educación física les hablaba a mis compañeras y las veía los días de alberca, incapaz denunciar a profesores corruptos que preferían recibir dinero a dar una educación de calidad, incapaz de notar que mis amigos hombres a veces se pasaban de mano larga conmigo, recibiendo tocamientos “accidentales” de ellos frecuentemente, incapaz de hablar antes de aquella ocasión donde “mi mejor amigo” me besó a la fuerza a pesar de haberle dicho que no aunque supongo que se sintió con esa libertad porque constantemente abusaba de mi emocional y psicológicamente. Ahora en universidad logro ver que nada de mi pasado fue mi culpa, que mi historia se repite en cada mujer, que todas nos hemos sentido como un objeto, nos hemos sentido agredidas, nos hemos sentido expuestas, nos hemos sentido incapaces. No lo soy yo y esta no es la única historia que puedes leer, hay muchas más que seguramente contienen cosas que te hielan la sangre pero también hay muchas otras que lamentablemente no podremos conocer ya pues su voz ha sido golpeada, secuestrada, violada y hasta asesinada.
Toda la vida se me enseñó que voy sola, que en algún momento conocería a un hombre con el que me casaría y tendría una familia a la que dedicaría todo mi tiempo, pero hasta que no llegará ese preciso momento yo estoy sola y la verdad es que no, esa no es la historia que quiero ni es algo que busco que me defina. Yo no estoy sola, estoy acompañada de todas las mujeres que me han formado comenzando con las que comparto lazos sanguíneos, mi madre, mis abuelas, mis tías y primas, todas las amigas con las que he crecido y las maestras que han marcado mi formación académica; a todas ellas no tengo más que agradecerles por hacerme ver que no estoy sola, que mi historia es la de muchas y que juntas nos hacemos mejores.
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